domingo, 7 de diciembre de 2014
LOS ZAPATOS DEL CAMPESINO
Un estudiante universitario salió un día a dar un paseo con un profesor a quien los alumnos consideraban su amigo debido a su bondad para quienes seguían sus instrucciones. Mientras caminaban vieron en el camino un par de zapatos viejos y supusieron que pertenecían a un anciano que trabajaba en el campo de al lado y que estaba por terminar sus labores diarias. El alumno dijo al profesor: "Hagámosle una broma; escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver su cara cuando no los encuentre". Mi querido amigo - le dijo el profesor - nunca tenemos que divertirnos a expensas de los pobres. Tú eres rico y puedes darle una alegría a este hombre. Coloca una moneda en cada zapato y luego nos ocultaremos para ver cómo reacciona cuando las encuentre. Eso hizo y ambos se ocultaron entre los arbustos cercanos. El hombre pobre terminó sus tareas y cruzó el terreno en busca de sus zapatos y su abrigo. Al ponerse el abrigo deslizó el pie en el zapato pero al sentir algo adentro se agachó para ver qué era y encontró la moneda. Pasmado se preguntó qué podía haber pasado. Miró la moneda le dió vuelta y la volvió a mirar. Luego miró a su alrededor para todos lados pero no se veía a nadie. La guardó en el bolsillo y se puso el otro zapato; su sorpresa fue doble al encontrar la otra moneda. Sus sentimientos lo sobrecogieron; cayó de rodillas y levantó la vista al cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta hablando de su esposa enferma y sin ayuda y de sus hijos que no tenían pan y que debido a una mano desconocida no morirían de hambre. El estudiante quedó profundamente afectado y se le llenaron los ojos de lágrimas. Ahora- dijo el profesor- ¿no estás más complacido que si le hubieras hecho una broma? El joven respondió: "Usted me ha enseñado una lección que jamás olvidaré. Ahora entiendo algo que antes no entendía: es mejor dar que recibir".
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